Eternamente Camus
El 4 de enero de 1960, el célebre escritor Albert Camus (ganador del Premio Nobel en 1957) fue víctima de un trágico accidente automovilístico en las cercanías de París que le costó la vida. Dentro de su auto llevaba un maletín negro que contenía, junto a algunos objetos personales, como unas cartas, su pasaporte y su diario, un manuscrito de 144 páginas difíciles de descifrar, por la falta de puntuación y la escritura rápida de Camus, que pasarían a convertirse en las últimas palabras esbozadas por uno de los más grandes escritores del siglo XX, una historia en gran medida autobiográfica que vería la luz recién en 1994 gracias a su hija, Catherine, quien se encargó de realizar la transcripción de las anotaciones para su posterior publicación.
Más de medio siglo después de la muerte de Camus, llega a la pantalla grande esta coproducción franco-italiana a cargo del director Gianni Amelio, quien adapta la novela inconclusa para, en cierta forma, cerrar el círculo de forma increíblemente emotiva.
Más de medio siglo después de la muerte de Camus, llega a la pantalla grande esta coproducción franco-italiana a cargo del director Gianni Amelio, quien adapta la novela inconclusa para, en cierta forma, cerrar el círculo de forma increíblemente emotiva.
El relato narra el regreso del escritor Jacques Cormery (alter ego ficcional de Camus) a su Argelia natal hacia fines de los años 50, donde luego del reencuentro con su madre y un entrañable maestro de escuela comienza a rememorar pasajes claves de su infancia, que forjaron su carácter y su percepción del mundo en general. En medio de todo esto, Cormery se verá afectado también por la situación de la Argelia actual, envuelta en un conflicto bélico-político constante debido a la lucha por la independencia de los lazos colonialistas.
Toda esa situación se complementa con la belleza terrenal de una región donde algo tan simple como el mar frente a una puesta de sol tiene la fuerza como para generar nostalgia, felicidad y tristeza en un solo momento. Desde la música hasta el uso predominante de tonos cálidos, todos los elementos fortalecen una cinematografía que tiene la capacidad de transportar las descripciones poéticas y reflexivas de Camus a las imágenes que conforman la puesta en escena.
El resultado final es una oda audiovisual más que digna de Camus y su espíritu creativo, que combina de forma natural la filosofía siempre vigente de un referente literario inigualable con la vívida reconstrucción de sus recuerdos más queridos, donde la grandeza de la vida estuvo siempre en algo tan simple como el abrazo de una madre.