Recomendada semanal: Fanny y Alexander (1982)

Esta semana, celebramos el nacimiento de todo un emblema del séptimo arte, Ingmar Bergman, con la que quizá sea una de sus películas más épicas y memorables: Fanny y Alexander (Título original: Fanny Och Alexander).
Este fue su primer proyecto en tierra sueca, luego de un largo exilio de cuatro años en Alemania, con un guion original de unas 1000 páginas que escribió en un lapso de solo 3 meses.

La historia relata las vicisitudes de una próspera familia sueca en el transcurso de 2 años, durante los inicios del siglo XX, con una puesta en escena realmente increíble, que presta constante atención al detalle tanto en decorados como en el vestuario de la época, y una iluminación impecable a cargo de Sven Nykvist, el director de fotografía favorito de Bergman, responsable de la cinematografía en películas como El silencio, Persona o Gritos y susurros, y que un par de años después trabajaría con otro director enorme, Andrei Tarkovsky, en la que sería la última película de este, El sacrificio.

Durante el transcurso del rodaje, Bergman se planteó numerosas veces la imposibilidad de finalizar una producción tan ambiciosa, con escenas realmente eclécticas, que abarcan desde el drama profundo hasta geniales destellos de realismo mágico, y que en su momento resultó ser la película más larga y costosa jamás realizada en Suecia, con un presupuesto de unos 6 millones de dólares y más de 60 actores principales y 1200 extras. Pero sin embargo, su pasión por el cine siempre resultó más fuerte que todo, y logró impulsarlo a terminar el proyecto.
En su libro de memorias, Linterna mágica, el director comparte un poco de su proceso creativo y de ese sentimiento de felicidad plena que sentía al colocarse detrás de una cámara, y que lo acompañó firmemente durante toda su vida:

"A veces hay una especial felicidad en ser director de cine. Comprendo lo que Fellini quiere decir cuando sostiene que para él hacer cine es una manera de vivir. Una  expresión no ensayada nace en un instante y la cámara la registra. Eso ocurrió hoy. Sin ensayarlo ni prepararlo, Alexander se queda muy pálido, una expresión de puro dolor se dibuja en su rostro. La cámara registra el instante. El dolor, el inasible, pasó unos segundos por su rostro y nunca volvió; tampoco había estado allí antes, pero la película captó el instante preciso. Entonces me parece que todos esos días y meses de minuciosa planificación han valido la pena. Tal vez yo viva para esos cortos instantes. Como un pescador de perlas.
El ritmo de mis películas lo concibo en el guión, en el escritorio, y nace ante la cámara. La improvisación en cualquiera de sus formas me es ajena. Si alguna vez me veo obligado a tomar una decisión improvisada, el miedo me hace sudar y me paraliza. El hacer cine es para mí una ilusión planeada con todo detalle, el reflejo de una realidad que, cuanto mayor me voy haciendo, me parece cada vez más ilusoria.
Cine como sueño, cine como música. No hay arte que, como el cine, se dirija a través de nuestra conciencia diurna directamente a nuestros sentimientos, hasta lo más profundo de la oscuridad del alma".

SINOPSISEl relato está ambientado en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas.

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